jueves, 29 de noviembre de 2012

EL DILEMA DEL ARQUITECTO





Cualquier instante visto desde dentro se convierte en una eternidad envolvente, hasta el punto de que periodos breves de tiempo suelen convertirse en patrón de medida, en referencia para entender las realidades precedentes y subsiguientes. Solemos querer entender la realidad desde los hitos más significados que preservamos como fórmulas, o enunciados identificativos de un lugar y un tiempo. La explosión biológica del Cámbrico no explica por sí solo la evolución viviente; tampoco lo hace la extinción masiva del Cretácico hace sesenta y cinco millones de años cuando cerca del 50% de los géneros biológicos desaparecieron. En ambos casos, circunstancias extraordinarias tuvieron consecuencias extraordinarias.

Los procesos de globalización de finales de siglo XX y principios del XXI propiciaron el encuentro a gran escala de ciudades y poblaciones, de tecnologías y economías, que por primera vez formaban un tejido internacional continuo y altamente interdependiente. En este escenario, la arquitectura desarrolló, como en el Cámbrico un universo de formas nuevas, a la búsqueda de nuevos lenguajes arquitectónicos que distinguiesen a las nuevas sociedades. La invención continua con sus luces y sombras nos ha legado nuevas especies arquitectónicas. De ellas, algunas líneas continuarán su desarrollo en tiempos adversos; otras desaparecerán, en una extinción masiva de arquitecturas de difícil encaje en el actual Cretácico Urbano. Vuelven los pequeños mamíferos.

Los arquitectos españoles que asisten año tras año, a una reducción extrema de la industria nacional de la construcción, se esfuerzan imaginativamente por mantener su oficio, desarrollando arquitecturas low-cost, basadas en inéditas soluciones constructivas. La obligatoria contención formal de una economía en recesión mantenida está modificando el escenario de investigación de la arquitectura española, cuyas construcciones se alejan de las grandilocuentes geometrías no cartesianas del pasado reciente, para evolucionar hacia espacios más íntimos, cuidados y contenidos.

Mientras, las Escuelas de Arquitectura españolas multiplican los programas de formación continua, postgrados y doctorados, y reducen los titulados por año, aplazando la salida de arquitectos a un medio profesional inerte. Estos programas son burladeros de la corriente migratoria que afecta a la mayoría de los titulados, que intentan prorrogar un par de años su partida hacia países en crecimiento que sí precisen de sus conocimientos para el desarrollo mutuo. Evolución obligada.

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